#019 la resistencia de las mujeres sudanesas
el conflicto ha forzado a muchas a liderar procesos migratorios y a enfrentarse a la violencia sexual por parte de ambos bandos.
¡Marhaba1! ¿Qué tal todo? Como ya debéis saber, hace más de un mes que Sudán está enfrascado en un conflicto militar. Sólo en Jartum, su capital, han muerto 800 civiles, miles de personas han resultado heridas y casi un millón han sido desplazadas. Por eso, desde /zaura/, no podemos mantenernos calladas e ignorar el sufrimiento de otro pueblo castigado por la violencia. Pero, como de costumbre, lo hacemos a nuestra manera. Tratamos de alejarnos de las trágicas cifras y poner en valor la resistencia de las mujeres en el país.
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¿Recordáis esta imagen?
Centenares de personas, teléfono en mano, cámara grabando, escuchaban con atención las palabras de una joven sudanesa. Frente una sentada masiva en Jartum que pedía la caída del régimen de Omar al Bashir, Alaa Salah recitaba poesía. “La bala no mata, lo que mata es el silencio de la gente”, denunció ella desde lo alto de un coche, después de cantar junto a un grupo de mujeres.
Han pasado cuatro años desde esa instantánea. La esperanza y la ilusión que transmiten el gesto de Alaa parecen haberse esfumado. Cuatro años después de subirse al coche y pasar a la Historia, estallaba la tercera guerra civil sudanesa. Las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido llevan desde el pasado 15 de abril enfrascadas en feroces combates.
Cuando en el 2019 miles de sudaneses emprendieron su propia revolución para acabar con las casi tres décadas de dictadura de al Bashir, las mujeres estaban en primera línea en las protestas. Tras la caída del dictador, gracias a un golpe militar, ese liderazgo político no se tradujo en una mayor presencia femenina en el proceso político. “Los partidos políticos patriarcales han utilizado normas sociales conservadoras para argumentar en contra del liderazgo femenino”, explica la activista feminista sudanesa Reem Abbas.
“Nos quemaron en el nombre de la religión, nos mataron en el nombre de la religión, nos encarcelaron en el nombre de la religión”, ya denunciaba en el 2019 Alaa Salah. En este esfuerzo por mantener a las mujeres alejadas de las posiciones de poder, muchas han visto cómo se perpetuaba su reclusión en el espacio privado. Después de saborear el placer de luchar por tus derechos, de trabajar para liberar a tu pueblo, nadie ha querido darles su merecido asiento en la mesa de negociaciones.
Y, de pronto, la guerra. “Las mujeres sudanesas se han enfrentado a inmensos desafíos mientras navegan por las consecuencias del conflicto”, explica Abbas en su artículo ‘Mujeres en primera línea: una perspectiva feminista sobre la crisis actual en Sudán’. “Han sido traicionadas por las mismas fuerzas que se suponía que les proporcionarían estabilidad y seguridad, así como por políticos que amenazaron con la guerra si los acuerdos políticos no les otorgaban poder y posiciones”, añade la también escritora. “A pesar de estos desafíos, las mujeres sudanesas siguen comprometidas a hacer oír su voz en los esfuerzos de consolidación de la paz”, constata sobre sus compatriotas.
Como si ellas mismas fueran territorio a conquistar, las mujeres y niñas en Sudán están sufriendo la violencia sexual a medida que se documentan las violaciones por parte de combatientes. “Las familias están atrapadas en sus hogares que alguna vez fueron seguros, ahora a merced de hombres con ametralladoras, lo que hace que las mujeres y las niñas sean especialmente vulnerables a las agresiones”, denuncia Abbas. Aunque cada vez se oyen más las voces de las supervivientes, muchas optan por esconder su violación por el estigma y la vergüenza que conlleva.
Además, muchas de estas mujeres tratan de emprender procesos migratorios. Se cargan a cuestas sus criaturas y sus pertenencias más básicas para escapar de la violencia y ponerse a salvo. Otras no tienen más opción que quedarse en el país y seguir trabajando, pese al riesgo que eso supone para sus vidas. Buscar alimentos es toda una odisea mientras las ciudades están sitiadas y las carreteras amenazadas.
Entre sus lamentos por la hambruna y el duelo, hay un grito a la paz. “Las mujeres ya están liderando conversaciones sobre la guerra y la paz y organizando servicios médicos y sociales muy necesarios en este entorno complejo”, constata Abbas. Ahora sólo falta que se las escuche y se las ponga en valor. Ellas, pese a los disparos, luchan para conseguirlo.
Durante estos días, también se ha celebrado el 75º trágico aniversario de la Nakba palestina. En árabe, esta palabra significa catástrofe y hace referencia a la expulsión de 750.000 palestinas de sus hogares por milicias sionistas para la creación del Estado de Israel en 1948. Hemos tenido la suerte de poder hablar con algunas de sus supervivientes en el intento de que el tiempo no acalle sus voces.
75 años sin probar un higo como el palestino (El Periódico)
Un tros de terra per al retorn a Natzaret (El Punt Avui)
La Nakba continúa a día de hoy. Y la resistencia palestina se hace más presente. Eso os intentamos contar en nuestro último episodio de /zaura/ sobre el Teatro de la Libertad, situado en la ciudad de Jenín, en la Cisjordania ocupada. Hablamos con su director Mustafa Sheta, exprisionero político palestino y apasionado del teatro, sobre arte y activismo. También nos relató las redadas más recientes del Ejército israelí, la resistencia palestina y la reacción de la juventud contra más de medio siglo de ocupación.
Podéis escuchar el podcast en vuestra aplicación de podcast preferida: Anchor, Ivoox, Spotify, Apple Podcasts o Google Podcasts.
cantar la revolución.
Mañana es paz, mañana es amor
Mañana la seguridad y el cariño te cubrirán
Busca dentro del alcance de tu destino
Salute Yal Bannot es un “grupo de mujeres del corazón de Sudán”. Nacida en un taller en Jartum en el 2015, es una “plataforma para mujeres que quieren desarrollar sus talentos musicales en Sudán”. Este grupo de mujeres quieren mostrar la diversidad del país, con participantes de diferentes puntos del territorio sudanés. A la vez, trabajan para conseguir la unidad y el empoderamiento a través de cantar sobre temas que afectan a las mujeres como el racismo, el amor, la mutilación genital femenina o la libertad de expresión. “El objetivo es inspirar a las participantes y a las mujeres alrededor del mundo a hacer lo que aman y no dejar que nada las detenga”, explican en su canal de Youtube. En la canción ‘Dawak Jowak’ (Tu medicina está dentro de ti), transmiten esas ganas de vivir y compartir.
ellas hacen la zaura.
Nuestra mujer revolucionaria no podía ser otra que Alaa Salah. Su imagen recitando sobre un coche dio la vuelta al mundo en el 2019. Se la conoció como la Kandake de la revolución sudanesa, en referencia al título de las reinas del antiguo reino africano de Kush, también conocido como Nubia o Etiopía. Entonces, Alaa tenía solo 22 años y pasó a representar la participación y liderazgo de las mujeres en la revolución sudanesa. Lo que atrajo la atención de medio globo fue la túnica blanca que vestía, que era un thawb tradicional sudanés, y recordaba la vestimenta de las mujeres sudanesas que protestaban contra dictaduras anteriores, así como la de los estudiantes manifestantes a los que se llamaba kandakes en honor a las antiguas reinas nubias. Sus aretes de oro son un atuendo femenino tradicional de boda en Sudán. “[Salah] es un símbolo de la identidad de una mujer trabajadora, una mujer sudanesa que es capaz de hacer cualquier cosa pero que todavía aprecia su cultura", dijo Hala Al-Karib, una activista sudanesa por los derechos de las mujeres.
manifiestos.
‘Rifqa’, Mohammed el Kurd, Haymarket books.
“El nacimiento dura más que la muerte.
En Palestina la muerte es repentina,
instantánea,
constante,
sucede entre respiraciones”
Todos los días después de la escuela, la abuela de Mohammed lo recibía en la puerta de su casa con un ramo de jazmines. Su nombre era Rifqa, era mayor que el propio Estado de Israel y un icono de la resiliencia palestina. Por eso, su nieto ha querido honrar su nombre con la publicación de este libro de poemas. En él, pone al descubierto la brutalidad del colonialismo israelí y rastrea el exilio de Rifqa de Haifa hasta el actual despojo de su familia en el barrio jerosolimitano de Sheikh Jarrah, exponiendo el horror cíclico e implacable de la Nakba.
*Hemos recogido todos los libros recomendados en esta lista de Goodreads. ¡Síguenos allí también"!*
plazas y avenidas.
Ayer empezó el Festival de Literatura de Palestina que dura hasta el 25 de mayo. Durante estos días, se sucederán conversaciones, presentaciones de libros, proyecciones de películas y lecturas dramáticas a través de la Palestina histórica sobre el tema ‘Palestina y el sur global’. Hay eventos gratuitos y abiertos al público en Ramala, Jerusalén, Haifa, Belén y Nablus. Para las afortunadas que estáis en Palestina, podéis consultar aquí el programa. ¡Disfrutad por nosotras!
Marhaba (مرحبا) significa hola en árabe.