#022 empuñando la palabra contra la tortura
las supervivientes de las cárceles de al-ásad luchan para que siria no olvide el sufrimiento de las incontables víctimas del régimen.
¡Masa' alkhayr1! ¿Cómo estáis? Esperemos que pronto podáis disfrutar de las vacaciones y escapar de este asfixiante calor que, como mínimo a esta orilla de la Mediterránea, nos tiene en busca de sombra constantemente. Aunque el sol apriete, nosotras os queremos seguir trayendo historias de revolución para inspirarnos entre chapuzones y granizados. Hoy, viajamos hasta el interior de las cárceles del dictador sirio Bashar al-Ásad para conocer las historias de aquellas que pudieron salir.
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Cuando puso los pies en la calle tras 21 años de cárcel y de torturas, Riyad Avlar retomó la misma actividad que le llevó al encarcelamiento. Pero todo había cambiado. Él ya no era solamente alguien interesado en investigar los abusos que tienen lugar en las prisiones sirias, como había sido antaño, sino que se había convertido en una víctima de ellas.
Avlar entró en la cárcel a los 19 años de edad. Entonces, él era un joven turco que se había desplazado al país vecino para continuar con su documentación sobre los horrores que esconden los centros penitenciarios del régimen sirio. Un artículo que había publicado antes desde Turquía sobre la cárcel de Tadmur, en el interior de Siria, le impidió llegar lejos. Las autoridades sirias interceptaron el texto y más tarde fueron a interceptarlo a él.
A Avlar, como al resto de supervivientes de las temidas cárceles sirias, les corroe la injusticia. Es por eso que a menudo se ponen en manos de investigadores de los derechos humanos con tal de que su sufrimiento pueda servir en futuros tribunales contra sus carcelarios. En muchas ocasiones, su contribución a la causa va más allá de compartir su testimonio. A pesar del esfuerzo que le supuso ubicarse en el mundo desconocido que se encontró tras dos décadas en la oscuridad –Avlar no sabía qué eran los ordenadores portátiles–, el turco llevó su trabajo de investigación y denuncia varios pasos más allá de lo que había podido hacer antes de entrar en prisión.
Junto con otros ex detenidas que sobrevivieron a ese mismo centro, Avlar cofundó la Asociación de Detenidas y Desaparecidas en la Cárcel de Sednaya (ADMSP, por sus siglas en inglés). Aunque lleve el nombre de un solo centro penitenciario ubicado en las afueras de Damasco, la organización pone el foco en los abusos que el régimen de Bashar al-Ásad comete desde el inicio de la guerra civil contra la totalidad de las detenidas, que el propio grupo cifra en más de 250.000 personas. Otros, como la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR), cuenta que la cantidad actual de detenidas o desaparecidas rondaría las 135.000 personas. Colectivos de presas como el de Sednaya también luchan en nombre de las muertas por tortura bajo custodia gubernamental, que SNHR estima en más de 15.000, así como de las desaparecidas en manos del régimen, que serían casi 96.000.
Ousama al-Sheikh Hamed, nacido en la ciudad siria de Hama, también es superviviente de Sednaya y miembro de la ADMSP. Antes de ser encarcelado, Hamed trabajaba en las fuerzas armadas sirias. En junio de 2011, cuando la revolución siria se deslizaba hacia el conflicto civil, Hamed desobedeció las órdenes de sus superiores y se negó a abrir fuego contra las manifestantes. “Rechazé disparar a mi gente”, relata por teléfono en declaraciones a /zaura/. Aquello le costó la prisión. Pocos días después, el mismo ejército para el que trabajaba lo encarceló.
“Pasé tres años en la cárcel sin saber nada de lo que ocurría en el exterior”, explica Hamed desde su exilio actual cerca de Antioquía, en el suroeste de Turquía. Antes, durante su primer refugio tras recuperar la libertad, pasó varios años en Idlib, el último bastión opositor al régimen de al-Ásad. “Nos metían a 20 o 30 personas en celdas de cinco metros cuadrados”, rememora Hamed. Les golpeaban con asiduidad y asegura que ver gente morir o desaparecer con los guardias era habitual.
El calvario de Hamed no se quedó entre rejas. Cuando volvió a la calle, el hombre se enteró de que su país estaba en guerra. Pero también de alguna cosa más. “El régimen me lo había requisado todo”, lamenta con frustración: “mi casa, mis tierras, mi vehículo; me habían robado todas mis propiedades”. Hamed dice que se quedó de brazos cruzados, sin posibilidad de hacer nada al respecto, mientras sucumbía ante la destrucción de su país. Admite que incluso a él, que pasó tres años encarcelado y bajo torturas, le sorprendió “la cantidad de crimen y de crueldad” con la que se encontró.
Avlar, cofundador y director del colectivo de presos de Sednaya, recuerda siempre que su historia no tiene nada de único, y que las cárceles sirias están llenas de hombres y de mujeres que todavía a día de hoy siguen sufriendo violencia sexual en toda suerte de centros de detención. Este activista turco reivindica el poder curativo que tiene para las supervivientes el hecho de encontrarse y de mantenerse unidas. Hamed, que nunca más empuñó un arma contra nadie, acompaña a Avlar en ese imbatible frente de guerra. Da charlas para que el sufrimiento de las incontables víctimas de las cárceles de al-Ásad no caiga en el olvido, contribuye a las investigaciones de ADMSP con su propia historia y atiende a la prensa para que el mundo conozca la verdad. El ex militar sirio que rechazó disparar a su gente renunció al fusil y sabe que solo está armado con la palabra, pero está determinado a empuñarla hasta el último de sus días.
Si queréis saber más sobre la lucha de las supervivientes y sobre los abusos cometidos en las cárceles sirias, os recomendamos que también consultéis los siguientes enlaces y organizaciones:
En este documento, la Syrian Network of Human Rights pone cifras al uso que el régimen de Bashar al-Ásad continúa haciendo de la tortura entre enero y julio de 2023.
En esta investigación, la Asociación de Detenidos y Desaparecidos en la Cárcel de Sednaya revela los beneficios multimillonarios que Damasco ha obtenido a través de la expropiación de las propiedades de de miles de detenidas en sus cárceles.
cantar la revolución.
Una vez más y descansaré
Me estoy acercando a la tranquilidad
En el checkpoint no hubo preguntas
No hay cobertura esta vez
Ya sabéis como nos apasiona Blue Fiefer. La artista mexicano-libanesa nos va dejando a cuentagotas su álbum debut y nosotras nos hemos quedado prendadas en su ‘Sharaf’, que significa honor. Junto al rapero palestino Mehrak – “este rap es como la revolución, en tiempo presente”–, crean un nuevo himno casi tan electrizante como el ‘Sint el Ew’ que la catapultó a la fama. Con su poderosa puesta en escena, Blue Fiefer nos trae de nuevo una canción con un fuerte mensaje político. Además, en el videoclip que dirige junto a Wassim Haddad, vemos a ambas artistas enmarcadas como libres y restringidas en varios lugares, desde una celda de prisión hasta una azotea con vistas a Beirut, desde los confines del dormitorio hasta la liberación de la calle. No os lo perdáis aquí.
ellas hacen la zaura.
“¡Soy fuerte! ¡Soy fuerte!”, ha gritado repetidas veces Rana Hallaq al salir del juzgado israelí. Este ha sido su rostro este jueves al conocer la noticia de que el asesino de su hijo podría seguir caminando libre por las calles. Iyad Hallaq, un chico autista de 32 años, fue asesinado por tres balas por un agente de policía israelí. La justicia del Estado hebreo le ha absuelto del crimen cometido en Jerusalén en el 2020. A las puertas del juzgado, un grupo de radicales israelís, liderados por el ministro de Seguridad de Israel Itamar Ben Gvir, han celebrado la sentencia. “Vete de aquí, terrorista”, le ha espetado Ben Gvir a Rana Hallaq. Pero ella ya lo ha dicho alto y claro: es fuerte. Más fuerte que nadie.
manifiestos.
‘Windmills of our hearts’, varias autoras, Committee Of the Families of Kidnapped and The Disappeared - International Center for Transitional Justice.
No olvides llamar a mi tumba cuando regrese Ahmed, para que mi corazón descanse y mi alma encuentre la paz.
Con estas palabras, la madre de Souad al-Herbawi se despidió de ella. Su hijo Ahmed fue detenido en un puesto de control en marzo de 1975 en plena guerra civil libanesa. La madre de Ahmed y Souad dedicó su vida a conocer la vida sobre el paradero de su hijo. Por eso, Souad ha querido recoger su testimonio en este nuevo libro que incluye las experiencias de vida de las madres, hermanas y esposas que han liderado la lucha para encontrar a sus familiares desaparecidas o secuestradas durante el conflicto civil que castigó al Líbano durante 15 años. Es el primer libro de este tipo en todo el país.
plazas y avenidas.
El próximo 10 de julio entre las 10 horas y las 14:00 horas, tendrá lugar un evento muy interesante en la Universidad Americana de Beirut organizado por el Instituto Asfari para la Sociedad Civil y la Ciudadanía. Durante cuatro horas, varias expertas discutirán sobre los retos para conseguir el empoderamiento económico de las mujeres en el Líbano. Desde el trabajo doméstico no pagado hasta la reforma de las layes laborales, esta discusión esencial abre camino para un futuro económico inclusivo.
Masa’ alkhayr (مساء الخير) significa buenas tardes en árabe.